La Primera Expedicion Cientifica Internacional
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La primera expedición científica internacional patrocinada por Estados Unidos circunnavegó el mundo entre 1838 y 1842, acumulando en el trayecto alrededor de 40 toneladas de piezas de interés para la historia natural. Cuando los expedicionarios regresaron, el Congreso de Estados Unidos decidió conservar estas piezas "recogidas por cuenta del gobierno... como recuerdo de la pericia y la energía de nuestra flotilla y como medio para ilustrar y documentar los magníficos tomos que contienen la historia de esta expedición". Con el tiempo, estas muestras numerosas relacionadas con la historia natural, la etnografía y la arqueología fueron depositadas en la Institución Smithsonian.
La expedición zarpó de Hampton Roads (Virginia) el 18 de agosto de 1838, bajo el mando del alférez de navío Charles Wilkes. Los seis buques tenían una tripulación muy joven, varios oficiales navales recién graduados y nueve científicos civiles: dos naturalistas, un botánico, un filólogo, un conquiliólogo, un geólogo, un horticultor y dos dibujantes. Habían recibido órdenes precisas de Paulding, el Secretario de la Marina: "Aunque el propósito primordial de la Expedición es promover los grandes intereses del comercio y la navegación, aprovecharéis toda ocasión que se presente, siempre que no sea incompatible con los grandes propósitos de vuestra empresa, para extender los límites de la ciencia y promover la adquisición de conocimientos".
De Virginia, la expedición fue a la isla de Madeira, en el Atlántico norte, donde se aprovisionó. La escala siguiente fue Río de Janeiro, donde el Emperador Pedro II celebraba su cumpleaños con gran pompa.
La escuadra pidió permiso al gobierno imperial para utilizar una isla frente a la costa a fin de realizar observaciones magnéticas. Tras explorar varias islas, trazar los mapas correspondientes y recolectar pájaros, conchas y plantas, si guió camino hacia el sur y llegó a Buenos Aires a principios de 1839. El alférez de navío Wilkes narró sus impresiones de Argentina en el Narrative of the United States Exploring Expedition, crónica de la expedición en la cual señala que la vestimenta de los gauchos era sumamente pintoresca y "una gran ventaja para el jinete que, con el facón en la fajay el lazo en el fuste de la montura, arremete tras el toro fogoso que corre espantado en la inmensidad de las pampa".
En Tierra del Fuego, los expedicionarios desembarcaron con tres lanchas en la bahía de Buenaventura para visitar a los aborígenes que les hacían señas desde la playa: fue la primera oportunidad que tuvieron de hacer trueque y conseguir armas, ropa y joyas de los indígenas. Wilkes comentó que "aunque ellos [los indígenas] valoraban mucho sus arcos y flechas, estaban dispuestos a canjearlos" por piezas de hierro y clavos. Los científicos quedaron fascinados con esta región yerma de frío glacial, y recogieron muestras de una gran variedad de plantas y animales. En la crónica de la expedición se reproduce el bosquejo de un indio fueguinorealizado por el dibujante Joseph Drayton, quien más adelante documentó mediante apuntes y bosquejos diversos moluscos que habían encontrado, como el Ranella.
Eligieron Puerto Naranja, en Tierra del Fuego, como base para explorar la Antártida, pero en el primer intento encontraron el mar peligrosamente agitado y la escuadra recibió la orden de poner proa a Valparaíso. Sólo cinco barcos llegaron a puerto: el Sea Gull, el más pequeño, había desaparecido en los mares antárticos.
Rumbo al norte hicieron escala en Callao. En Perú y Chile acrecentaron la colección oficial con muestras de interés para la historia natural. Compraron trajes típicos de la época, entre ellos la saya y el manto de una mujer limeña, y estribos muy ornamentados de ambos países. Aparentemente fue en Lima donde compraron una vasija de cerámica que era una reliquia de los comienzos del imperio chimú. En las afueras de Lima, los científicos tuvieron la oportunidad de explorar las ruinas de Pachacamac. Hicieron algunas excavaciones pequeñas, de las que extrajeron algunas piezas de cerámica y fragmentos de tela de la mortaja de una momia, y dejaron fiel constancia de sus hallazgos. En el verano de 1839, la expedición partió hacia el oeste para explorar las islas del Pacífico y continuar su periplo.
Los buques expedicionarios llevaron a Estados Unidos cuarenta toneladas de materiales de interés para todas las ramas de la ciencia, incluidas más de 5.000 piezas, que se exhibieron al público en el Gran Salón de la Oficina de Patentes (la actual Galería de Retratos y Museo del Arte Americano de la Institución Smithsonian).
Los resultados científicas de la expedición fueron publicados en trece volumenes, inclusive el tomo sobre Mollusca and Shells and Herpetology.